Postboda de Otoño / Autumn postwedding

Locura total. Shock. Desajustes retinianos. Síndrome de Stendhal. Un bello caos cerebral ante tal maravilla de lugar. Nos faltan palabras, nos sobran emociones. Qué difícil describir lo que sentimos al llegar a este lugar secreto para realizar esta Postboda de Otoño.


No queremos desvelar el sitio, así nos lo pidieron ellos y así lo respetaremos. Esta postboda fue hecha en uno de los más bonitos lugares en los que hemos podido llegar a trabajar. 
Pero aunque el lugar es inmejorable para una sesión otoñal, lo que verdaderamente hace especial y única esta postboda son ellos dos: Aitana y Rubén. 

Lo nuestro fue un flechazo a primera vista. Primero con ella, su manera de lavarse los dientes justo antes de prepararse para asistir a la boda de una de sus amigas del alma (en cuya boda éramos nosotros los fotógrafos) nos cautivó (suena a coña, pero no). Su belleza y su sonrisa hicieron el resto. Bueno, y las copitas de vino que compartimos terminó de fijar el principio de una amistad que hoy es un regalo. #loveyouamiga


Rubén es un gentleman. Combina a la perfección cada detalle de su indumentaria. Y le encanta. Tiene mucho gusto y tiene un atractivo que te hace girarte al pasar. Juntos son una bomba y para nosotros un lujo. 
Éso sí, son de las parejas más gamberras y con las que mejor y más nos hemos reído en todos estos años. 
Se han sacado el pase VIP para nuestras sesiones de fotos. Los veréis en más de una entrada de nuestro blog. Son nuestra pareja fetiche y les queremos mogollón. 

El vestidazo de Rubén Hernández sigue dando que hablar. Esa cola de tul es sublime. Y dejar a Aitana que lo luzca como ella solo sabe sobre las hojas caídas a la orilla del río…algunos compañeros podrían llegar a pensar que se trata de una editorial, estudiada y pensada al milímetro. Y no. Cada momento es único y fugaz. La luz manda y este rincón no está nada cerca, os lo aseguramos. Cero cobertura, sonidos exclusivamente naturales, no humanos, río caudaloso, chasquido de hojas…Querido Stendhal, podemos llegar a entenderte. 

La naturaleza en su sentido más basto estaba sola ante nosotros. Y la aprovechamos. Hasta un majestuoso puente nos pedía foto. Solitario en su mayor parte del año, macizo hasta la eternidad. No podíamos negarle la inmortalidad. 

Y para colmo de locura, una pequeña aldea cercana, podríamos decir la única de la zona, algo así como la de los irreductibles galos que a nuestros hijos tanto les gusta…con olor a chimenea, a comida recién preparada…si algún día nos perdemos…, será un secreto. Como esta localización. 

El atardecer vino precedido de una comida familiar alrededor del fuego. Manjares locales…no cesaba la locura. Volver al trabajo no es tarea fácil cuando tocan nuestro punto débil. Pero también tenemos debilidad por la luz del atardecer…y en este alucinante lugar la luz te vuela la cabeza. 

Caminamos para sentar la comida, y nos perdimos entre antiguas construcciones y enredaderas ancestrales que teñían todos los fondos donde apuntábamos con nuestras cámaras. 

Qué gran sesión, qué gran pareja. Qué gran lugar. Gracias amigos por compartirlo con nosotros. Nunca lo olvidaremos y si volvemos que sea de vuestra mano. 

Una postboda de otoño así no puede quedarse en el olvido, aunque todos guardemos el secreto. ❤️

Postboda de Otoño / Autumn Postwedding

1 comment
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  • Aitanaagosto 13, 2019 - 5:08 pm

    I’m not crying, you are…ReplyCancel